Las últimas horas el espectro noticioso que rodea a Colo-Colo centralizó sus esfuerzos en la salida de Pablo Solari. El Pibe se va sin ser campeón pero metido en el corazón de los albos y albas.
Al Pibe vayan estas palabras:
En el peor momento futbolístico de la historia del Cacique llegaste como promesa, sin siquiera debutar en el profesionalismo, un cabro chico cargado de sueños e ilusiones, justamente lo que nosotros veíamos cada vez más lejos mientras nos hundíamos en la tabla. Pese al poco tiempo en Pedrero, de inmediato entendiste lo que es Colo-Colo y lo que significaba la dura instancia que se vivía.
Lo entendiste mirando los partidos desde fuera de la cancha y mucho más cuando te tocó ingresar, con una garra excepcional nos devolviste la esperanza en días de angustia, con un gol que nos permitió evitar una mancha en la historia alba.
Desde ahí te dejamos de ver como el niño que llegó desde Talleres, para convertirte en un hombre, un hombre de fútbol, con tus llevadas de balón, tus enganches y cachañas fuimos nosotros quienes volvimos a sentirnos niños con tu juego.
La angustia comenzó a quedar atrás, las alegrías volvieron a nuestros seres y a nuestras vitrinas, una Copa Chile y una Supercopa te hicieron campeón a tu corta edad.
Hoy te toca partir, ir a seguir creciendo y seguir desarrollándote como profesional, queríamos que te fueras como campeón pero la irrenunciable propuesta venida desde tu patria lo evitó. Esperemos que la historia nos permita gritar campeones en Noviembre y te puedas colgar la medalla al cuello.
Sin ser campeón nacional, sin ser ídolo, quizá ni siquiera referente, Pibe te metiste en la historia o al menos en el corazón de las y los hinchas de Colo-Colo. Por siempre, gracias.